lunes, 24 de enero de 2011

Libertad más allá de los límites

Libertad más allá de los límites


Libertad más allá de los límites

Fernando Pascual | fpa@arcol.org

 

 

Queremos ser libres. Pero no siempre sabemos qué hacer con la libertad, ni somos capaces de superar los obstáculos que limitan nuestra libertad.

 

Si somos libres, podemos ir hacia un camino o hacia otro, optar por unos estudios o por otros, realizar este deporte o el de más allá, visitar a un amigo enfermo o quedarnos en casa para leer un libro.

 

En muchas ocasiones, sin embargo, percibimos límites que coartan nuestra libertad. Porque no basta con desear ser ingenieros para ser admitidos en la universidad. A veces se necesita no poco dinero, pasar uno o varios test, y contar con que la universidad tenga plazas disponibles.

 

Otras veces los límites son personales: de poco sirve desear ser un jugador de primera categoría en el mundo del fútbol si tenemos escasas cualidades físicas y una edad que coloca a muchos, literalmente, "fuera de juego".

 

Nos topamos, por lo tanto, continuamente con límites como los anteriores o con límites más complejos: presiones de familiares y amigos, situaciones complicadas en el mundo de la política y de la economía, inseguridad que desaconseja a la gente salir de casa a ciertas horas del día.

 

Más allá de los límites, existen en los corazones energías ineliminables con las que podemos ejercitar actos libres más sencillos, casi "caseros", pero no por ello menos importantes.

 

Uno puede optar, por ejemplo, mientras vive "sin libertad" en la cárcel, por escribir a sus familiares una carta llena de cariño o por dedicarse a hacer más difícil la vida de sus compañeros de prisión. Otro puede escoger, en la triste condición de quien no tiene trabajo, por ayudar aquí y allá en la casa o por tumbarse perezosamente en la cama.

 

Diferentes situaciones pueden cerrar muchas puertas, pero no llegan a arrebatar la libertad profunda de los corazones. Con esa libertad podremos escoger ser buenos o malos, generosos o egoístas, justos o bellacos.

 

En este momento, cada uno encuentra ante sí dos puertas abiertas, muy diferentes. Según lo que escoja, construirá un mundo más vacío de belleza y más lleno de injusticias, o un mundo abierto a Dios, a los familiares, a los amigos y a tantas personas necesitadas de cariño y de esperanzas.

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